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¿Influye el color en cómo nos sentimos?

El color, es información del entorno que accede a nuestro cuerpo gracias a la proyección de la luz sobre las células de nuestra retina. Las células que captan el color son los denominados conos, que, junto con los bastones, hacen un trabajo exquisito para que podamos construir imágenes. Curiosamente, la disposición de estos conos y bastones es en todos los seres humanos diferente. No sólo porque estén localizados en sitios distintos, sino porque además hay número diferente y en ocasiones también funcionan de forma ligeramente diferente. De aquí que haya personas que perciben una grandísima variedad de colores y otras que… no tanto. La disfunción de los conos es lo que conocemos como el daltonismo. Pero ojo; no debemos decir que las personas daltónicas no ven los colores, claro que los ven, pero a su manera. Para las personas con daltonismo las gamas de colores son diferentes, pero se mantienen constantes. Esto es interesante porque si atendemos a cómo perciben un paisaje (que no tiene únicamente color, sino que también tiene sonidos y olores) la imagen corporal que perciben será parecida a la percibida por una persona no daltónica. En el mundo de la imagen, el color no lo es todo, pero si es el inicio.

El siguiente nivel es la construcción de imágenes. Una vez que la luz aterriza en las células de nuestra retina, viaja a través del nervio óptico hasta el córtex visual. Una gran masa cerebral situada sobre nuestra nuca (en el lóbulo occipital). Esta área es de gran complejidad, pero está ampliamente estudiada. La formación de imágenes es fundamental para que podamos interactuar con el mundo.

El colofón final es la dotación de significado. Para que una imagen nos diga algo, han de intervenir la memoria y las emociones. Por ejemplo; cuando nos exponemos por primera vez a un estímulo visual, no podemos reaccionar ante él porque no tenemos más información que su imagen; por ejemplo, la primera vez que vemos un animal. Sin embargo, una vez que lo conocemos e interactuamos con este estímulo, estamos formando una experiencia que dará lugar a sensaciones, emociones y, lo más valioso, recuerdos; por ejemplo, si al ver este animal aprendemos que es un pez, que se mueve de una forma determinada y que reacciona cuando le damos comida.

La acumulación de experiencias nos dota de una colección de recuerdos que, en esencia, son nuestros conocimientos. Aplicamos estos conocimientos de forma inconsciente (por un tema de ahorro energético del cerebro). Nuestro cerebro construye reacciones de acuerdo con acontecimientos vividos y, muchas veces, no somos conscientes de estas reacciones. ¿Cómo podemos tomar conciencia del impacto que el entorno tiene en nosotros? A través de las emociones.

Atlas de emociones. Por Paul Ekman

No todos los espacios que habitamos tienen un impacto reseñable en nuestro organismo. Ni el entorno construido es tan relevante, ni nuestro cuerpo tan sensible a él. En cambio, hay ciertos paisajes, ciertas combinaciones de color, de forma, de textura… que pueden trasladarnos a recuerdos y conectamos con emociones. Conocer la relación entre disposiciones formales del entorno y respuestas emocionales parece un camino muy interesante para tratar nuestro bienestar emocional.

De esto, precisamente, trata el último estudio en el que estoy trabajando: Sobre cómo combinaciones de color pueden regalarnos esta conexión con el entorno. La conexión emociones-recuerdos-paisaje está escrita en nuestro sistema límbico, y el arte puede ser una vía de entrada a esta dimensión de nuestra mente. Conociendo las implicaciones culturales y geográficas que el color y el paisaje tienen en nosotros, es muy interesante encontrar pistas que nos ayuden a conocer en profundidad cómo tratar con el color en el espacio según lo que queramos transmitir.

Se comienza a escuchar que la inteligencia emocional también se puede trabajar. Una de las claves es conocer la esencia corpórea de las emociones: ¿qué son? ¿cómo las sentimos? ¿qué sucede cuando localizas una emoción en tu cuerpo y la experimentas?

Las emociones son la antesala de los sentimientos, éstos nos pueden acompañar durante muchos años, no siempre de manera deseada. Trabajar las emociones nos puede ayudar a trabajar los sentimientos y aprender a cuidar de nuestra salud emocional. Si te interesa este tema, te invito a colaborar en este estudio sobre el color y las emociones. Suscríbete al newsletter de Archiimpact si quieres conocer los resultados y quieres conocer la continuidad de la investigación.

Ana Mombiedro para Archiimpact. Diciembre 2020

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