Ana Mombiedro para Archiimpact
“Nada que esté vivo es, o puede ser, absolutamente perfecto… esas irregularidades y deficiencias son signos de vida y fuentes de belleza.”
Hace unos meses disfrutábamos de una excelente charla TED que Santiago de Molina dio sobre la puertas como elementos de cambio. No parece sencillo deshacerse de esta idea cuando además, el orador, hizo referencia a las llaves, los móviles e incluso las tarjetas de crédito, como puertas. Nos abren las posibilidades del mundo.
Puesto que me dedico a la investigación, mi disciplina consiste en aunar teorías y descripciones dentro del mundo de la arquitectura. Enlazo esta de Santiago de Molina con una de las ideas que el profesor Juhani Pallasmaa nos transmitía con cariño en sus clases en la Aalto University.
El hecho de que la arquitectura es el escenario que sustenta nuestras vidas.
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Como él mismo dice en sus conferencias “Todo espacio, sitio y situación, está afinado de una manera específica y proyecta un entorno que promueve determinados estados anímicos y sentimientos” Dejando muy claro que vivimos en sintonía con el mundo que nos rodea y es sólo a través de la arquitectura que podemos hacer tangible este diálogo invisible que sabiamente llama “resonancia”.
En este punto parece inevitable hacer la conexión del cuerpo como puerta al mundo. Es gracias a nuestra piel, nuestros ojos, nuestra nariz, nuestra boca y nuestros oídos, que construimos la realidad que a través de ellos recibimos.
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Organization of the human taste system.
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¿Qué sucede entonces en nuestro cerebro cuando toda esa información llega?
En cuestión de milésimas de segundo, excita al sistema sensorial.
Una manera sencilla de entenderlo es como si fuera una carretera por la que viaja energía. A través de las neuronas conectadas a nuestro órganos (distribuidas por todo el cuerpo a través de una red de nervios) recibimos energía del exterior, que viaja por el cuerpo excitando, a su vez, a otras neuronas (según la intensidad de esta excitación, las respuestas sucederán, o no) llega a nuestro cerebro, se procesa y se realiza la acción.
Así, la energía está en tránsito continuo en nuestro cuerpo y es gracias a ello que podemos interactuar con nuestro entorno.
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Y aquí entra en juego la arquitectura.
El diseño de los espacio que rodean al cuerpo, sus características; olor, reverberación, color, temperatura… son los agentes que emitirán la energía que irá a parar a nuestro cuerpo. Será nuestro cerebro el encargado de sintonizar todos esos impulsos hasta componer la imagen del mundo.
Existen en la actualidad varias líneas de investigación tangentes a este campo concreto, la mayoría de ellas más vinculadas con la cognición por un lado, y por la neurociencia por otro.
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