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Neuronas y hormonas; arquitectura psicofisiológica

Silvia Carbonell para Archiimpact.

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El día 23 de Febrero asistí por invitación a un simposio en Valencia bajo el nombre ¿Competir o Cooperar? Gracias a ANE, la Academia de Neurociencia y Educación.

Comenzamos con un juego gracias a la actitud pragmática de la conferenciante y directora de la Academia Nieves Pérez.

Nos propuso, consiguiendo la máxima puntuación posible y por parejas, “luchar” con el dedo pulgar del otro entrelazando las manos con las de nuestro compañero. Juego conocido como pelea de pulgares.

Como las puntuaciones sumadas en total por las 10 parejas no habían sido demasiado altas, hicimos un segundo intento; esta vez, reconsiderando la frase del principio:

Hay que conseguir la máxima puntuación posible, se nos dijo.

bruce weber 2013

Daba igual cómo, compitiendo de a dos yendo lo más veloz posible, o colaborando para que consensuando con nuestro compañero alcanzásemos la mejor solución y así llegar a un puntaje más alto. Mi pareja y yo decidimos que si uno de nosotros dejaba quieto su pulgar mientras el otro se lo pisaba repetitivamente lo conseguiríamos. De esta forma logramos en un minuto unos 90 puntos. Objetivo conseguido.

El recuento de todos los puntos de todas las parejas allí presentes sumó una alta cantidad.

De forma muy sencilla, todos nos dimos cuenta de las ventajas de cooperar con el compañero.

Se gana tiempo, se obtienen mejores resultados y la satisfacción de haber buscado una solución conjunta crea conexiones de amistad con la otra persona.

No es nada nuevo si decimos que el cerebro cuando compite crea separación y lucha. Hay ganadores y hay perdedores. Es un 1-0.

Cuando el cerebro compite, lo sabemos porque hay comportamientos que nos delatan.

Crítica, individualismo, agresividad, tensión, mentira, frustración, negar el valor del equipo, robar méritos a otros, esconder nuestras ideas… A nivel fisiológico, podríamos hablar de úlceras y taquicardias.

human brain project

La hormona causante de nuestro comportamiento competitivo es la testosterona. Esta hormona regula la agresividad, el apetito sexual, la violencia o la motivación. Tanto, dirigidas hacia el exterior de nosotros como al interior, contra nosotros.

La competición cierra, esconde y produce aislamiento, mientras que la cooperación abre, produce relajación, genera oxitocina y busca el contacto social. Con la cooperación es más fácil compartir ideas y ser generosos.

El modelo que nos mostró Nieves con el que argumentar que vivimos en una sociedad que no nos permite pararnos, fue el modelo occidental, mostrándonos el ejemplo estadounidense con su famoso skyline y haciéndonos reflexionar sobre algunos comportamientos consecuencia de vivir a un ritmo acelerado.

Las últimas investigaciones en neurobiología muestran que el cerebro está íntimamente unido a los centros emocionales, y que reacciona ante las emociones positivas y negativas.

Dos hormonas tienen una importancia capital en nuestro estado de ánimo; la oxitocina y el cortisol. La primera la generamos cuando sentimos en positivo y la segunda cuando lo hacemos en negativo.

Salieron a colación varios científicos e investigadores que tienen mucho que decir en el campo de la neurociencia:

  • Joachim Bauer, autor de numerosas publicaciones científicas y con estudios en biología molecular, medicina, psiquiatría y otros, arrojó luz sobre la enfermedad de Alzheimer obteniendo un prestigioso premio.
  • Giacomo Rizzolati, que descubrió las neuronas espejo, responsables de la empatía humana que se activan durante la acción o la observación de una acción en el otro, con lo que la capacidad de imitación tiene su base en estas neuronas.
  • 2Eric Kandel, conocido por sus descubrimientos vinculados al estudio de los procesos del aprendizaje y de la memoria. Concretamente acerca de la «transmisión de señales en el sistema nervioso». Fue distinguido con el premio Nobel junto a Arvid Carlsson y Paul Greengard. La película “In search of Memory” nos habla de la vida de este neurocientífico.Uno de sus hallazgos más importantes fue que los hombres y las mujeres no razonan de igual manera, no apelan a las mismas estrategias para, por ejemplo, encontrar el camino hacia un lugar concreto.
    Cuando se le pide una indicación a una mujer, ésta responderá: “doble a la derecha en la farmacia y después siga sin doblar hasta que vea a la izquierda una casa de estilo colonial”. El hombre dirá: “siga cinco kilómetros hacia el norte, después doble a la derecha y siga hacia el este otro medio kilómetro”. Halló que en los hombres y en las mujeres, el cerebro pone en actividad distintas regiones cuando piensan en el espacio: la zona izquierda del hipocampo en el caso de los varones y la zona parietal derecha y la corteza prefrontal derecha en el caso de las mujeres.
  • 3Henry Markram, es el hombre que está detrás del Proyecto Cerebro Humano, un descomunal esfuerzo de investigación para construir un superordenador a semejanza del cerebro para ayudarnos a entenderlo mejor, de forma que se pueda aplicar todo este conocimiento en las disciplinas del futuro. Un objetivo hiper ambicioso el cual no está exento de polémica. (http://bluebrain.epfl.ch). Algo curioso de este científico es, que es padre de un hijo autista llamado Kai. Y a pesar de su profesión, le resultó difícil saber cómo tratarlo. Se lo dijo a un periodista de The New York Times: “Te sientes impotente. Tienes un niño con autismo y tú, un neurocientífico, no sabes qué hacer”. El ambicioso proyecto fue en parte para entender mejor el funcionamiento del cerebro de su propio hijo.
  • Ruppert Sheldrake, conocido como el científico más polémico desde Galileo, muy controvertido y que se ha atrevido  a aventurarse más allá del paradigma científico con su teoría de la mente extendida. Ha desarrollado el concepto de resonancia mórfica y de memoria colectiva. Su teoría tiene múltiples antecedentes filosóficos. Entre ellos, Plotino, Arthur Schopenhauer y Henry Bergson. En palabras de Sheldrake: “La resonancia mórfica es un principio de memoria en la naturaleza. Todo lo similar dentro de un sistema autoorganizado será influido por todo lo que ha sucedido en el pasado, y todo lo que suceda en el futuro en un sistema similar será influido por lo que sucede en el presente. Es una memoria en la naturaleza basada en la similitud, y se aplica a átomos, moléculas, cristales, organismos vivos, animales, plantas, cerebros, sociedades y, también, planetas y galaxias. Así que es un principio de memoria y hábito en la naturaleza”.

Este principio explicaría la sincronización de aves y la coordinación de las bandadas de peces. También está relacionada con la teoría de las superestructuras, como los hormigueros y otro tipo de colonias de individuos sociales. Así como con la telepatía y la intuición.

Por ejemplo, si unas ratas de laboratorio resuelven un laberinto en América, las ratas británicas lo resolverán más fácilmente. También resultará más sencillo para alguien que no sabe arameo escribir en esa lengua que escribir una inventada, ya que se formó en el pasado un hábito de miles de años de escribir dicho lenguaje.

Según ésto, podemos deducir que estamos interconectados con otros miembros de un grupo social. Estos miembros tienen campos mórficos y también los individuos dentro de un grupo social mayor.

Se plantean pues dos grandes interrogantes:

¿Lo que haces, lo que dices y lo que piensas puede influir en otra persona por resonancia mórfica según este principio?¿Permean nuestros pensamientos el planeta pudiendo contagiar a toda una generación y desatar una ola de creatividad?.

Con todos este conjunto de ideas y conocimientos, yo me pregunto: ¿qué puede incorporar la arquitectura con todos estos datos?

6Sabemos que hay arquitectos que utilizan el conocimiento neurocientífico como el suizo Philippe Rahm, una de las figuras que se ha aventurado a dar a la arquitectura un innovador enfoque. Junto con su equipo, proyectó en 2002 el Pabellón de Suiza en la 8ª Bienal de Arquitectura de Venecia, un espacio artificial llamado Hormonorium.

El Hormonorium es una obra sobre la desaparición de los límites físicos entre el espacio y el metabolismo humano. Esta proyecto es la materialización de cómo la comprensión de los mecanismos que rigen nuestro organismo trae consigo un cambio a la hora de entender el espacio.

¿Es posible crear un espacio público descontextualizado que estimule nuestro cuerpo?

Sí, el espacio Hormonorium se define por la luz, la temperatura y la calidad del aire; centrándose en el cuerpo del visitante a través de la retina, la dermis y la respiración.

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En una habitación de un blanco deslumbrante, el visitante respira aire que imita las condiciones climáticas de las altas montañas alpinas. Franquear la puerta del Hormonorium, supone elevarse a 3000 metros donde la proporción de oxígeno en el aire disminuye.

Lo que aparentemente es solo una habitación blanca, revela elementos invisibles que afectan al cuerpo cuando es expuesto a estos elementos.

5Esta habitación se ilumina con un suelo de tubos de luz fluorescentes de una intensidad de hasta 10000 luxes, emitiendo una radiación invertida como en el caso de nieve. Debido a esta radiación, se estimula la retina provocando una disminución en la secreción de la melatonina. La consecuencia más inmediata es la reducción de la fatiga entre otras. El aire, rico en nitrógeno, tiene un efecto estimulante que puede mejorar las capacidades físicas del cuerpo.

En primera instancia, puede notarse confusión y desorientación, sin embargo, a los 10 minutos de permanecer allí, se nota relajación, y se puede experimentar una leve euforia, lo que produce en el cuerpo endorfinas. A su vez, aumenta la EPO (tasa de la eritropoyetina) lo que incrementa la concentración de glóbulos rojos en la sangre dando lugar a un efecto de dopaje natural que refuerza el sistema cardiovascular y respiratorio.

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Es posible diseñar espacios de experiencia con materiales invisibles, – en lugar de paredes y ventanas -, utilizando la temperatura, el nivel de humedad, la luz y el flujo dinámico como herramientas de diseño arquitectónico.

Estas experiencias se originan en el cuerpo, estimulan determinadas hormonas y afectan a la percepción y al estado de ánimo. La arquitectura se convierte así, en una experiencia física y sensorial.

Sus obras nos muestran un futuro fusionando la neurociencia y la arquitectura y actualmente desarrolla desde hace varios años una arquitectura llamada «Arquitectura Meteorológica».

Este proyecto revolucionario que reúne conceptos de genética, biotecnología y neurociencia podría abrir un nuevo enfoque para liberarse del modelo arquitectónico “postmoderno” ofreciendo otras vías de investigación, según sus autores.

Con esta actitud experimental y visionaria por parte de estos arquitectos, cabe preguntarnos si será posible en un futuro entrar a un espacio público como Hormonorium dónde el aire y la luz artificial restauren la energía vital en vez de reducirla.

7 Junto con investigaciones en torno al espacio, también se habló en el simposio de cómo alimentar nuestras neuronas, tanto en el ámbito nutritivo como en el ámbito laboral. Se trataron algunas cuestiones importantes para vivir una vida más satisfactoria, recalcando el papel de ciertas hormonas, las cuales tienen mucho que decir en nuestro comportamiento y en nuestra energía vital.

Finalmente, los allí presentes, nos despedimos con un abrazo. Un acto no aleatorio, puesto que con el abrazo se genera oxitocina y de esta forma, pusimos fin al simposio.

Nos fuimos de allí mucho más conscientes de que el mundo es mejor cuando se deja de competir.

 

Silvia Carbonell para Archiimpact

 

 

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2 comentarios en “Neuronas y hormonas; arquitectura psicofisiológica

  1. Guau, Silvia.
    Qué interesante. No sabía de la existencia del Hormonorium.
    Me ha resultado realmente inspirador. Qué visión tan humanista. Sería maravilloso poder estar en ese espacio.
    Me gusta mucho cómo has expuesto esta relación entre la arquitectura y la fisiología humana, las emociones…
    Es realmente bello.
    Me hace pensar en que es una forma eficiente de mejorar el ánimo sin medicarnos. Y me hace pensar también en la importancia de la naturaleza en él.
    Por otra parte, hablando ahora de esto, supongo que también puede surgir un debate ético en torno a esto: ¿vale la pena construir más edificios en lugar de recuperar la naturaleza? Es cierto que hay lugares en los que no tenemos las condiciones que ofreció el Hormonorium. Y que no es necesario construir más, que podemos «reutilizar» edificaciones existentes. Hacer los edificios más eficientes.
    En fin, muy interesante, de verdad.
    Gracias.

    1. ¡Gracias por tu comentario! La verdad es que no hay nada como la naturaleza para mejorar la salud y las emociones, pero creo que el reto está en poder conseguir los mismos efectos sin por ello tenner que renaturalizar todo. Y por supuesto, si Rahm consigue afectar psico-fisiológicamente a través de instalaciones de luz y climatización, podremos hacerlo también sobre las edificaciones existentes. ¡Buena idea!

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